En una parada del metro de Madrid de cuyo nombre no quiero acordarme no ha mucho tiempo que una chica iba encaminada a un flamante edificio en el que hay libros y se estudia una mañana de Mayo, cuando subiendo las escaleras mecánicas se cruzó con un caballero andante, tan andante, tan andante que cuando se quiso dar cuenta se había quedado mirando a la joven embobado y se había metido por el lado de las escaleras que suben cuando iba para abajo.
No comments:
Post a Comment